Érase una vez un perrito que se sentía muy solo, porque
nadie quería jugar con él. Caminó y caminó hasta llegar a Plasencia. Llegó muy
cansado y con mucha hambre. Se quedó dormido debajo de un puente donde se
refugió, ya que estaba lloviendo mucho.
Por la mañana, una niña llamada Anita lo encontró
tiritando de frío cuando iba al colegio. Lo metió en su mochila y se lo llevó a
la escuela, pues allí se estaba muy calentito con la calefacción, y a la hora
del recreo compartió con él su bocata. Le preguntó de donde era y el perro dijo
que de Galisteo. Anita al llegar a casa pidió a sus padre llevar al perro a su
pueblo y así lo hicieron. Cuando llegaron le estaban esperando a la entrada del
pueblo todos los perros y le acogieron como amigo para siempre.
HERNÁN 3º
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