José estaba esperando en la puerta de su casa a que
llegaran todos, pero vio una niña que vivía al otro lado de la calle que vestía
ropa sucia y se veía muy triste.
José preguntó a su padre si podía invitarla a la fiesta y
su mamá le dijo que sí.
Él se acercó a casa de la niña, que se llamaba Isabel, y
la invitó a la fiesta. Isabel se puso muy contenta pues nunca nadie le hablaba
ni tampoco la habían invitado nunca a nada.
La fiesta empezó y una de las primeras en llegar fue
Isabel, que se sentó en una silla sin decir nada.
Cuando llegaron sus amigos le decían a José que por qué la
había invitado, pues estaba siempre sucia y no le traería regalos.
José recibió regalos, y muy caros, pero el que él quería no
lo tenía. Isabel se levantó y fue a casa. Cuando volvió a la fiesta le dio a
José una enorme caja y le dijo:
-
Yo no te puedo comprar regalos caros, pero mi perrita tuvo
crías y yo te regalo éste por tu cumpleaños, espero que te guste. Era un lindo
cachorro.
Los demás niños empezaron a reírse, porque ese regalo no
era tan caro como los suyos. Pero José los mandó callar. No os riáis, vuestro
regalos son bonitos, pero este regalo lo quería hace tiempo y con mucho cariño
Isabel me lo regaló.
Los niños entendieron las palabras de José y vieron que
Isabel, aunque llevara ropa sucia, era muy buena y que la amistad no se
demuestra por fuera, sino con el corazón de las personas. José fue siempre muy
amigo de Isabel.
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